Cortos de 1911.

sábado, 30 de octubre de 2010

Fin del crecimiento global.


Las fanfarronerías de los lejanos años 1990 acerca del mileno capitalista-neoliberal han pasado a ser curiosidades históricas, tal vez sus últimas manifestaciones (ya a la defensiva) han sido las campañas mediáticas que nos señalaban el pronto fin de las “turbulencias financieras” y el inmediato retorno de la marcha triunfal de la globalización.

Ahora, al comenzar el último trimestre de 2010 las expectativas optimistas de los altos mandos del planeta (jefes de estado, presidentes de bancos centrales, gurúes de moda y demás estrellas mediáticas) van dando paso a un pesimismo abrumador. Se habla de trayectoria de las economías centrales en forma de W como si después del desinfle iniciado en 2007-2008 hubiera ocurrido una verdadera recuperación a la que ahora seguiría una segunda caída y a cuyo término llegaría la expansión durable del sistema, algo así como una segunda penitencia que permitiría a las élites purgar sus pecados (financieros) y retomar el camino ascendente.

La «recuperación» no ha sido otra cosa que un alivio efímero obtenido gracias a una sobredosis de “estímulos” que prepararon las condiciones para una recaída que se anuncia terrible. Porque el enfermo no tiene cura, su enfermedad no es la consecuencia de un accidente, de un mal comportamiento o del ataque de algún virus (que la súper ciencia de la civilización mas sofisticada de la Historia podrá más temprano que tarde controlar) sino del paso del tiempo, del envejecimiento irreversible que ha ingresado en la etapa senil.

La modernidad capitalista ya casi no tiene horizonte de referencia, su futuro visible se retrae a una velocidad inesperada, su posible supervivencia aparece bajo la forma de escenarios monstruosos marcados por militarizaciones, genocidios y destrucciones ambientales cuya magnitud no tiene precedentes en la historia humana.

El capitalismo ha llegado a ser finalmente mundial en el sentido más riguroso del término, ha conseguido llegar hasta los rincones más escondidos. En ese sentido puede afirmarse que la civilización burguesa de raíz occidental es hoy la única civilización del planeta (incluyendo adaptaciones culturales muy diversas). Pero la victoria de la globalización llega en el mismo momento en que comienza su decadencia, dicho de otra manera, si miramos a este comienzo de siglo desde el largo plazo la concreción del dominio planetario del capitalismo aparece como el primer paso de su decadencia, en consecuencia la condición necesaria pero no suficiente para la emergencia del post capitalismo ya está instalada.

Estamos ingresando en una nueva era caracterizada por el enfriamiento del capitalismo global y los fracasos para relanzar a las economías imperialistas que coinciden con el empantanamiento de la guerra colonial de Eurasia. En esa zona los Estados Unidos y sus aliados están sufriendo un desastre geopolítico que presenta en una primera aproximación la imagen de un Imperio acorralado. Pero por debajo de esa imagen se desarrolla un sordo proceso de resdespliegue imperialista, de nueva ofensiva apoyada en su aparato militar y un amplio abanico de dispositivos comunicacionales e ideológicos que lo acompañan. Los Estados Unidos van configurando sobre la marcha una renovada estrategia global, política de estado cuyos primeros pasos fueron dados hacia el fin de la presidencia de George W. Bush y que tomo cuerpo con la llegada de Obama a la Casa Blanca. El Imperio decadente al igual que otros imperios decadentes del pasado busca superar su declinación económica utilizando al máximo lo que considera su gran ventaja comparativa: el dispositivo militar. Su agresividad aumenta al ritmo de sus retroceso industriales, comerciales y financieros, sus delirios militaristas son la compensación psicológica de sus dificultades diplomáticas y económicas y alienta el desarrollo de peligrosas aventuras, de masacres periféricas, de emergencias neofascistas.

La nueva estrategia implica el lanzamiento de una combinación de acciones militares, comunicacionales y diplomáticas destinada a hostigar a enemigos y competidores, provocar disputas y desestabilizaciones apuntando hacia conflictos y situaciones más o menos caóticas capaces de debilitar a potencias grandes y medianas y a partir de allí restaurar posiciones de fuerza actualmente en declive. Extensión de la agresión contra Afganistán-Pakistán, amenazas (y preparativos) de guerra contra Irán, contra Corea del Norte, provocación de contradicciones entre Japón y China, etc.

También desde el fin de la era Bush se desarrollan grandes ofensivas sobre Africa y especialmente sobre América Latina, el tradicional patio trasero hoy atravesado por gobiernos izquierdizantes, más o menos progresistas que han terminado por conformar un espacio relativamente independiente del amo colonial. Allí la ofensiva norteamericana aparece como un conjunto de acciones concertadas con fuerte dosis de pragmatismo destinadas a recontrolar a la región. Su esencia queda al descubierto cuando detectamos su objetivo, no se trata ahora principalmente de ocupar mercados, dominar industrias, extraer beneficios financieros, ya no estamos en el siglo XX. La mira imperial apunta hacia recursos naturales estratégicos (petróleo, grandes territorios agrícolas como productores de biocombustibles, agua, litio, etc.), en muchos casos las poblaciones locales, sus instituciones, sindicatos y más en general el conjunto de sus entramados sociales constituyen obstáculos, barreras a eliminar o a reducir al estado vegetativo (en ese sentido lo ocurrido en Irak puede ser considerado un caso ejemplar).

Es necesario tomar conciencia de que el poder imperial ha puesto en marcha una estrategia de conquista de largo plazo del estilo de la que implementó en Eurasia, se trata de una tentativa depredadora-genocida cuyo único precedente comparable en la región es lo ocurrido hace quinientos años con la conquista colonial. El fenómeno es tan profundo e inmenso que se torna casi invisible para las miradas progresistas maravilladas con los éxitos fáciles obtenidos durante la década pasada. Los progresistas buscan y buscan vías de negociación, equilibrios “civilizados” deambulando de fracaso en fracaso porque el interlocutor racional a sus propuestas solo existe en su imaginación. Hoy el sistema de poder del imperio se apoya en una “razón de estado” fundada en la desesperación, producida por un cerebro senil, en última instancia razón delirante que ve a los acuerdos, a las negociaciones diplomáticas o a las maniobras políticas de sus propios aliados-lacayos como puertas abiertas para sus planes agresivos. Lo único que realmente le interesa es recuperar territorios perdidos, desestabilizar los espacios no controlados, golpear y golpear para volver a golpear, su lógica se monta sobre una ola de reconquista cuya magnitud suele a veces desbordar a los propios estrategas imperiales (y por supuesto a una amplia variedad de dirigentes políticos norteamericanos).

Pero el imperio está enfermo, es gigantesco pero está plagado de puntos débiles, el tiempo es su enemigo, aporta nuevos males económicos, nuevas degradaciones sociales y amplifica las áreas de autonomía y rebelión.

Agotamiento de los estímulos

Hacia fines de 2010 presenciamos el agotamiento de los estímulos financieros lanzados en las potencias centrales a partir de la agudización de la crisis global en 2007-2008.

El caso norteamericano ha sido descripto de manera contundente por Bud Comrad, economista jefe de Casey Research: “en 2009 el gobierno federal tuvo un déficit fiscal del orden de los 1,5 billones (millones de millones) de dólares, por su parte la Reserva Federal gastó cerca de 1,5 billones de dólares para comprar deudas hipotecarias y así impedir el colapso de ese mercado. Es decir que el gobierno gastó 3 billones de dólares para obtener una pequeña recuperación evaluada en un 3 % del Producto Bruto Interno, aproximadamente 400 mil millones de dólares de crecimiento económico. Ahora bien gastar 3 billones de dólares para obtener 400 mil millones es un pésimo negocio” (1).

Con las políticas de “estímulos” (una suerte de neokeynesianismo-neoliberal) no llegó la recuperación durable de las grandes potencias, lo que si llegó fue una avalancha de deudas públicas: entre 2007 (último año previo a la crisis) y 2010 la relación entre deuda pública y Producto Bruto Interno pasará en Alemania del 64 % al 84%, en Francia del 64% al 94 %, en los Estados Unidos del 63 % al 100 %, en Inglaterra de 44 % al 90 % (2).

Luego ocurrió lo que inevitablemente tenía que ocurrir: se inició la segunda etapa de la crisis a partir del estallido de la deuda pública griega que anticipaba otras en la Unión Europea afectando no solo a los países deudores más vulnerables sino también a sus principales acreedores ante quienes se alzaba la amenaza de sobreacumulación de activos crediticios basura: hacia fines de 2009 las deudas de los llamados “PIIGS” (Portugal, Italia, Irlanda, Grecia y España, es decir los países europeos expuestos por el sistema mediático como los más vulnerables) hacia Francia, Inglaterra y Alemania sumaban unos 2 millones de millones de dólares suma equivalente al 70 % del producto Bruto Interno de Francia o al 75 % del de Inglaterra.

Si la primera etapa de la crisis estuvo marcada por los estímulos estatales al sector privado y la expansión de las deudas públicas, la segunda etapa se inicia con el comienzo del fin de la generosidad estatal (más allá de algunos posibles futuros intentos desesperados de reactivación), la llegada de los recortes de gastos, de reducciones salariales, de aumentos en las tasas de interés, en síntesis la entrada a una era de contracción o estancamiento económico que se irá prolongando en el tiempo y extendiendo en el espacio.

Nos encaminamos hacia el enfriamiento del motor de la economía global, los países del G7 aplastados por las deudas luego de una reactivación débil y efímera gracias a las políticas de subsidios. Sus deudas públicas y privadas han venido creciendo hasta acercarse ahora a su punto de saturación, en 1990 las deudas totales del G7 (públicas + privadas) representaban cerca del 160 % de la suma de sus Productos Brutos Internos, en el 2000 habían subido al 180% y en el 2010 superarán el 380 % (110 % las deudas públicas y 270% las deudas privadas) (3).

La opción que ahora enfrentan es simple: tratar amontonar más deudas lo que les permitiría postergar la recesión por muy poco tiempo (con alta probabilidad de descontrol, de alta turbulencia en el sistema global) o entrar a la brevedad en un período recesivo (con esperanza de control) que anuncia ser muy prolongado, en realidad no se trata de dos alternativas antagónicas sino de un único horizonte negro al que pueden llegar por distintos caminos y a varias velocidades.

Hipertrofia financiera

La lluvia de estímulos, masivas transferencias de ingresos hacia las elites dominantes (con rendimientos aceleradamente decrecientes) aparece como el capítulo más reciente de un largo ciclo de hipertrofia financiera originado en los años 1970 (y tal vez un poco antes) cuando el mundo capitalista inmerso en una gigantesca crisis de sobreproducción debió acudir a partir de su centro imperial, los Estados Unidos, a sus dos muletas históricas: el militarismo y el capital financiero. Detrás de ambos fenómenos se encontraba un viejo conocido: el Estado, aumentando sus gastos bélicos, aflojando los controles sobre los negocios financieros, introduciendo reformas en el mercado laboral que retrasaban a los salarios respecto de los incrementos de la productividad.

El proceso fue encabezado por la superpotencia hegemónica pero integrando a los dos espacios subimperialistas asociados (Europa Occidental y Japón). Es necesario aclarar que la unipolaridad en el mundo capitalista, con sus consecuencias económicas, políticas, culturales y militares, se inició en 1945 y no en 1991 aunque a partir de esa última fecha (con el derrumbe de la URSS) devino planetaria.

Se trató de un cambio de época, de una transformación que permitió controlar la crisis aunque degradando al sistema de manera irreversible. Las altas burguesías centrales se desplazaron en su mayor parte hacia las cúpulas de los negocios especulativos, fusionando intereses financieros y productivos, convirtiendo a la producción y al comercio en complejas redes de operaciones gobernadas cada vez más por comportamientos cortoplacistas. La hegemonía parasitaria, rasgo distintivo de la era senil del capitalismo acaparó los grandes negocios globales y engendró una subcultura, en realidad una degeneración cultural desintegradora basada en el individualismo consumista que fue desestructurando los fundamentos ideológicos e institucionales del orden burgués. De ello se derivaron los fenómenos de crisis de legitimidad de los sistemas políticos y de los aparatos institucionales en general y sirvió de caldo de cultivo para las deformaciones mafiosas de las burguesías centrales y periféricas (complejo abanico de lumpenburguesías globales).

Techo energético y “destrucción creadora” (de más destrucción).

Desde el punto de vista de las relaciones entre el sistema económico y su base material la depredación (en tanto comportamiento central del sistema) comenzó a desplazar a la reproducción. En realidad el núcleo cultural depredador existió desde el gran despegue histórico del capitalismo industrial (hacia fines del siglo XVIII, principalmente en Inglaterra) y aún antes durante el largo período precapitalista occidental. Marcó para siempre a los sistemas tecnológicos y al desarrollo científico, empezando por su pilar energético (carbón mineral primero, luego petróleo) y siguiendo por una amplia variedad de explotaciones mineras de recursos naturales no renovables (esa exacerbación depredadora es uno de los rasgos distintivos de la civilización burguesa respecto de las civilizaciones anteriores), sin embargo durante las etapas de juventud y madurez del sistema la depredación estaba subordinada a la reproducción ampliada del sistema.

La mutación parasitaria de los años 1970-1980-1990 no permitió superar la crisis de sobreproducción sino hacerla crónica pero controlada, amortiguada, exacerbando el pillaje de recursos naturales no renovables e introduciendo a gran escala técnicas que posibilitaron la súperexplotación de recursos renovables violentando, destruyendo sus ciclos de reproducción (es el caso de la agricultura basada en transgénicos y herbicidas, como el glifosato, de alto poder destructivo). Esto ocurría cuando varios de esos recursos (por ejemplo los hidrocarburos) se aproximaban a su máximo nivel de extracción.

La avalancha del cortoplacismo (de la financierización cultural del capitalismo) liquidó toda posibilidad de planificación a largo pazo de una posible reconversión energética, lo que deja planteado el tema de la viabilidad histórica-civilizacional de las vías de reconversión (ahorro de energía, recursos energéticos renovables, etc.). Viabilidad en el contexto de las relaciones de poder, de las estructuras industriales y agrícolas, en síntesis: del capitalismo concreto inseparable de la obtención de “ganancias-aquí-y-ahora” y no de la probable supervivencia de las generaciones venideras.

El sistema tecnológico del capitalismo no estaba preparado para una reconversión energética, el tema tampoco era de interés prioritario para las élites dominantes (lo que no les impedía “preocuparse” por el problema). No es la primera vez en la historia de la decadencia de las civilizaciones en que los intereses inmediatos de las clases superiores entran en antagonismo con su supervivencia a largo plazo.

El techo energético que ha encontrado la reproducción del capitalismo converge con otros techos de recursos no renovables que afectarán pronto a un amplio espectro de actividades mineras, a ello se suma la explotación salvaje de recursos naturales renovables. Se presenta así un escenario de agotamiento general de recursos naturales a partir del sistema tecnológico disponible, más concretamente del sistema social y sus paradigmas es decir del capitalismo como estilo de vida (consumista, individualista, autoritario-centralizador, depredador).

De la crisis crónica de sobreproducción a la crisis general de subproducción. El ciclo largo del capitalismo industrial.

Por otra parte la crisis de recursos naturales indisociable del desastre ambiental converge con la crisis de la hegemonía parasitaria. En las primeras décadas de la crisis crónica el proceso de financierización impulsó la expansión consumista (sobre todo en los países ricos), la concreción de importantes proyectos industriales y de subsidios públicos a las demandas internas, de grandes aventuras militares imperialistas, pero al final del camino las euforias se disiparon para dejar al descubierto inmensas montañas de deudas públicas y privadas. La fiesta financiera (que tuvo en su recorrido numerosos accidentes) se convierte en techo financiero que bloquea el crecimiento.

Las turbulencias de 2007-2008 pueden ser consideradas como el punto de arranque del crepúsculo del sistema, la multiplicidad de “crisis” que estallaron en ese período (financiera, productiva, alimentaria, energética) convergieron con otras como la ambiental o la del Complejo Industrial-Militar del Imperio empantanado en las guerras asiáticas. Esa sumatoria de crisis no resueltas impiden, frenan la reproducción ampliada del sistema.

Visto desde el largo plazo la sucesión de crisis de sobreproducción en el capitalismo occidental durante el siglo XIX no marcó un sencillo encadenamiento de caídas y recuperaciones a niveles cada vez más altos de desarrollo de fuerzas productivas sino que luego de cada depresión el sistema se recomponía pero acumulando en su recorrido masas crecientes de parasitismo.

El cáncer financiero irrumpió triunfal, dominante entre fines del siglo XIX y comienzos del siglo XX y obtuvo el control absoluto del sistema siete u ocho décadas después, pero su desarrollo había comenzado mucho tiempo antes financiando a estructuras industriales y comerciales cada vez más concentradas y a los estados imperialistas donde se expandían las burocracias civiles y militares. La hegemonía de la ideología del progreso y del discurso productivista sirvió para ocultar el fenómeno, instaló la idea de que el capitalismo a la inversa de las civilizaciones anteriores no acumulaba parasitismo sino fuerzas productivas que al expandirse creaban problemas de inadaptación superables al interior del sistema mundial, resueltos a través de procesos de “destrucción-creadora”. El parasitismo capitalista a gran escala cuando se hacía evidente era considerado como una forma de “atraso” o una “degeneración” pasajera en la marcha ascendente de la modernidad.

Esa marea ideológica atrapó también a buena parte del pensamiento anticapitalista (en última instancia “progresista”) de los siglos XIX y XX, convencido de que la corriente imparable del desarrollo de las fuerzas productivas terminaría por enfrentar a las relaciones capitalistas de producción, saltando por encima de ellas, aplastándolas con una avalancha revolucionaria de obreros industriales de los países más “avanzados” a los que seguirían los llamados “países atrasados”. La ilusión del progreso indefinido ocultó la perspectiva de la decadencia, de esa manera dejó a medio camino al pensamiento crítico, le quitó radicalidad con consecuencias culturales negativas evidentes para los movimientos de emancipación de los oprimidos del centro y de la periferia.

Por su parte el militarismo moderno hunde sus raíces más recientes en el siglo XIX, desde las guerras napoleónicas, llegando a la guerra franco-prusiana hasta irrumpir en la Primera Guerra Mundial como “Complejo Militar-Industrial” (aunque es posible encontrar antecedentes importantes en Occidente en las primeras industrias de armamentos de tipo moderno aproximadamente a partir del siglo XVI). Fue percibido en un comienzo como un instrumento privilegiado de las estrategias imperialistas y como reactivador económico del capitalismo, pero este solo un aspecto del fenómeno que ocultaba o subestimaba su profunda naturaleza parasitaria, el hecho de que detrás del monstruo militar al servicio de la reproducción del sistema se ocultaba un monstruo mucho más poderoso a largo plazo: el del consumo improductivo, causante de déficits públicos que al final del recorrido no incentivan más la expansión sino el estancamiento o la contracción de la economía.

Actualmente el Complejo Militar-Industrial norteamericano (en torno del cual se reproducen los de sus socios de la OTAN) gasta en términos reales más de un billón (un millón de millones) de dólares, contribuye de manera creciente al déficit fiscal y por consiguiente al endeudamiento del Imperio (y a la prosperidad de los negocios financieros beneficiarios de dicho déficit). Su eficacia militar es declinante pero su burocracia es cada vez mayor, la corrupción ha penetrado en todas sus actividades, ya no es el gran generador de empleos como en otras épocas, el desarrollo de la tecnología industrial-militar ha reducido significativamente esa función (la época del keynesianismo militar como eficaz estrategia anti-crisis pertenece al pasado). Al mismo tiempo es posible constatar que en los Estados Unidos se ha producido la integración de negocios entre la esfera industrial-militar, las redes financieras, las grandes empresas energéticas, las camarillas mafiosas, las “empresas” de seguridad y otras actividades muy dinámicas conformando el espacio dominante del sistema de poder imperial.

Tampoco la crisis energética en torno de la llegada del “Peak Oil” (la franja de máxima producción petrolera mundial a partir de la cual se desarrolla su declinación) debería ser restringida a la historia de las últimas décadas, es necesario entenderla como fase declinante del largo ciclo de la explotación moderna de los recursos naturales no renovables, desde el comienzo del capitalismo industrial que pudo realizar su despegue y posterior expansión gracias a esos insumos energéticos abundantes, baratos y fácilmente transportables desarrollando primero el ciclo del carbón bajo hegemonía inglesa en el siglo XIX y luego el del petróleo bajo hegemonía norteamericana en el siglo XX. El ciclo energético condicionó todo el desarrollo tecnológico del sistema y expresó, fue la vanguardia de la dinámica depredadora del capitalismo extendida al conjunto de recursos naturales y del ecosistema en general.

En síntesis, el desarrollo de la civilización burguesa durante los dos últimos siglos (con raíces en un pasado occidental mucho más prolongado) ha terminado por engendrar un proceso irreversible de decadencia, la depredación ambiental y la expansión parasitaria, estrechamente interrelacionadas, están en la base del fenómeno. La dinámica del desarrollo económico del capitalismo marcada por una sucesión de crisis de sobreproducción constituye el motor del proceso depredador-parasitario que conduce inevitablemente a una crisis prolongada de subproducción (el capitalismo obligado a crecer-depredar indefinidamente para no perecer termina por destruir su base material). Existe una interrelación dialéctica perversa entre la expansión de la masa global de ganancias, su velocidad creciente, la multiplicación de las estructuras burocráticas civiles y militares de control social, la concentración mundial de ingresos, el ascenso de la marea parasitaria y la depredación del ecosistema.

Esto significa que la superación necesaria del capitalismo no aparece como el paso indispensable para proseguir “la marcha del progreso” sino en primer lugar como tentativa de supervivencia humana y de su contexto ambiental.

La decadencia es la última etapa de un largo súper ciclo histórico, su fase declinante, su envejecimiento irreversible (su senilidad). Extremando los reduccionismos tan practicados por las “ciencias sociales” podríamos hablar de “ciclos” de distinta duración: energético, alimentario, militar, financiero, productivo, estatal, etc., y así describir en cada caso trayectorias que despegan en Occidente entre fines del siglo XVIII y comienzos del siglo XIX con raíces anteriores e involucrando espacios geográficos crecientes hasta asumir finalmente una dimensión planetaria para luego declinar cada uno de ellos. La coincidencia histórica de todas esas declinaciones y la fácil detección de densas interrelaciones entre todos esos “ciclos” nos sugieren la existencia de un único súper ciclo que los incluye a todos. Se trata del ciclo de la civilización burguesa que se expresa a través de una multiplicidad de “aspectos” (productivo, moral, político, militar, ambiental, etc.).

Declinación del Imperio, redespliegue militarista, ilusiones periféricas e insurgencia global

Toda la historia del capitalismo gira desde fines del siglo XVIII en torno de la dominación primero inglesa y luego estadounidense. Capitalismo mundial, imperialismo y predominio anglo-norteamericano constituyen un solo fenómeno (ahora decadente).

La articulación sistémica del capitalismo aparece históricamente indisociable del articulador imperial pero resulta que en el futuro previsible ningún nuevo imperialismo global ascendente, en consecuencia el planeta burgués va perdiendo una pieza decisiva de su proceso de reproducción. La Unión Europea y Japón son tan decadentes como los Estados Unidos, China ha basado su espectacular expansión en una gran ofensiva exportadora hacia los mercados ahora declinantes de esas tres potencias centrales.

El capitalismo va quedando a la deriva a menos que pronostiquemos el próximo surgimiento de una suerte de mano invisible universal (y burguesa) capaz de imponer el orden (monetario, comercial, político-militar, etc.). En ese caso estaríamos extrapolando al nivel de la humanidad futura la referencia a la mano invisible (realmente inexistente) del mercado capitalista pregonada por la teoría económica liberal.

La decadencia de la mayor civilización que ha conocido la historia humana nos presenta diversos escenarios futuros, alternativas de autodestrucción y de regeneración, de genocidio y de solidaridad, de desastre ecológico y de reconciliación del ser humano con su entorno ambiental. Estamos retomando un viejo debate sobre alternativas interrumpido por la euforia neoliberal, la crisis rompe el bloqueo y nos permite pensar el futuro.

Volvamos a la reflexión inicial de este texto: el comienzo del siglo XXI señala una paradoja decisiva, el capitalismo ha asumido claramente una dimensión planetaria pero al mismo tiempo ha iniciado su declinación.

Por otra parte cien años de revoluciones y contrarrevoluciones periféricas produjeron grandes cambios culturales, ahora en la periferia (completamente modernizada, es decir completamente subdesarrollada) existe un enorme potencial de autonomía en las clases bajas. Allí se presenta lo que de manera tal vez demasiado simplista podríamos definir como patrimonio histórico democrático forjado a lo largo del siglo XX. Los periféricos sumergidos han construido sindicatos, organizaciones campesinas, han participado en votaciones de todo tipo, han hecho revoluciones (muchas de ellas con banderas socialistas), reformas democratizantes, la mayor parte de las veces han fracasado. Todo ello forma parte de su memoria, no ha desaparecido, por el contrario es experiencia acumulada, procesada por lo general de manera subterránea, invisible para los observadores superficiales. Eso ha sido reforzado por la propia modernización que por ejemplo le suministra instrumentos comunicacionales que le permite interactuar, intercambiar informaciones, socializar reflexiones. Finalmente, la decadencia general del sistema, el posible comienzo del fin de su hegemonía cultural abre un gigantesco espacio a la creatividad de los oprimidos.

La guerra eurasiática engendró un inmenso pantano geopolítico del que los occidentales no saben como salir, el traspié ha consolidado y extendido espacios de rebelión y autonomía cuya contención es cada día más difícil ante lo cual el Imperio redobla sus amenazas y agresiones. Corea del Norte no ha podido ser doblegada al igual que Irán, la resistencia palestina sigue en pié e Israel, por primera vez en su historia sufrió una derrota militar en el sur del Líbano, la guerra de Irak no pudo ser ganada por los Estados Unidos lo que les plantea allí una situación donde todos los caminos conducen a la pérdida de poder en ese país.

En el otro extremo de la periferia, América Latina, el despertar popular trasciende a los gobiernos progresistas y deteriora estratégicamente a las pocas oligarquías derechistas que que aún controlan el poder político. El proyecto estadounidense de restauración de “gobiernos amigos” tropieza con un escollo fundamental, la profunda degradación de las élites aliadas, su incapacidad para gobernar en varios de los países candidatos al derechazo aunque el Imperio no puede (no está en condiciones) de detener o desacelerar su ofensiva a la espera de mejores contextos políticos. El ritmo de su crisis sobredetermina su estrategia regional, en última instancia no es demasiado diferente la situación en Asia donde la dinámica imperial combina la sofisticación y variedad de técnicas y estructuras operativas disponibles con el comportamiento grosero.

Si observamos al conjunto de la periferia actual desde el largo plazo histórico constataremos que de un lado se sitúa un poder imperial desquiciado enfrentado a una gigantesca ola plural de pueblos sumergidos desde Afganistan hasta Bolivia, desde Colombia hasta Filipinas, expresión de la crisis de la modernidad subdesarrollada. Es el comienzo de un despertar popular muy superior al del siglo XX.

En medio de esas tensiones aparece un colorido abanico de ilusiones periféricas fundadas en la posibilidad de generar un desacople encabezado por las naciones llamadas emergentes, fantasía que no toma en consideración el hecho decisivo de que todas las “emergencias” (las de Rusia, China, Brasil, India, etc.) se apoyan en su inserción en los mercados de los países ricos. Si esos estados que vienen practicando neokeyneesianismos más o menos audaces compensando el enfriamiento global quisieran profundizar esos impulsos mercadointernistas e/o interperiféricos se encontrarían tarde o temprano con las barreras sociales de sus propios sistemas económicos o para decirlo de otra manera: con sus propios capitalismos realmente existentes, en especial los intereses de sus burguesías financierizadas y transnacionalizadas.

A medida que la crisis se profundice, que las debilidades del capitalismo periférico se hagan más visibles, que las bases sociales internas de las burguesías imperialistas se deterioren y que la desesperación imperial se agudice; la ola popular global ya en marcha no tendrá otro camino que el de su radicalización, su transformación en insurgencia revolucionaria. Compleja, a distintas velocidades y con construcciones (contra)culturales diversas, avanzando desde distintas identidades hacia la superación del infierno. Es solo desde esa perspectiva que es posible pensar al postcapitalismo, al renacimiento (a la reconfiguración) de la utopía comunista, ya no como resultado de la “ciencia” social elitista, desde la superación al interior de la civilización burguesa a través de una suerte de “abolición suave” sino de su negación integral en tanto expansión ilimitada de la pluralidad recuperando las viejas culturas igualitarias, solidarias elevándolas hacia un colectivismo renovado.

Los movimientos insurgentes de la periferia actual suelen ser presentados por los medios globales de comunicación como causas perdidas, como resistencias primitivas a la modernización o como el resultado de la actividad de misteriosos grupos de empecinados terroristas. La resistencia en Afganistán y Palestina o la insurgencia colombiana aparecen en dicha propaganda protagonizando guerras que nunca podrían ganar ante aparatos superpoderosos, no faltan los pacificadores profesionales que aconsejan a los combatientes deponer su intransigencia y negociar alguna forma de rendición ventajosa “antes de que sea demasiado tarde” . El siglo XX debería ser una buena escuela para quienes se encandilan ante el gigantismo y la eficacia de los aparatos militares (y de los aparatos burocráticos en general) porque ese siglo vio el nacimiento victorioso de los grandes aparatos modernos como lo es hoy el Complejo Militar Industrial de los Estados Unidos y también fue testigo de su ruina, de su derrota ante pueblos en armas, ante la creatividad y la insumisión de los de abajo.

En los años 1990 los neoliberales nos explicaban que la globalización constituía un fenómeno irreversible, que el capitalismo había adquirido una dimensión planetaria que arrasaba con todos los obstáculos nacionales o locales. No se daban cuenta que esa irreversibilidad transformada poco después en decadencia global del sistema le abría las puertas a un sujeto inesperado: la insurgencia global del siglo XXI, el tiempo (la marcha de la crisis) juega a su favor. El Imperio y sus aliados directos e indirectos quisieran hacerla abortar, empezando por intentar borrar su dimensión universal, tratando mediáticamente de convertirla (fragmentarla) en una modesta colección de residuos locales sin futuro, pero esos supuestas resistencias residuales poseen una vitalidad sorprendente, se reproducen, sobreviven a todos los exterminios y cuando observamos el recorrido futuro de la declinación civilizacional en curso, la profunda degradación del mundo burgués, su despliegue de barbarie anticipando crímenes aun mayores entonces la globalización de la insurgencia popular aparece como el camino más seguro para la emancipación de las mayorías sumergidas que es a su vez su única posibilidad de supervivencia digna.

martes, 26 de octubre de 2010

EE.UU.,China y la guerra de las divisas.


La receta de Estados Unidos para un crecimiento más dinámico de la economía mundial tiene tres ingredientes. Los países con grandes superávits comerciales, China en particular, deben exportar menos y depender más del gasto de sus propios consumidores. Los países con amplios déficits comerciales, sobre todo Estados Unidos, tienen que exportar más y reducir el consumo interno. Para que ello ocurra, el dólar tiene que caer.

El secretario del Tesoro, Timothy Geithner y el presidente de la Reserva Federal, Ben Bernanke, hablan de los dos primeros ingredientes pero no son explícitos respecto al tercero.

La lógica, tomada de los libros de texto de economía, es que un declive del dólar debería abaratar las exportaciones de EE.UU., aumentando su atractivo y, de paso, disminuyendo el de las exportaciones asiáticas. Pero no es un elixir mágico

"Un tipo de cambio 30% más barato no va a ser de mucha ayuda para un trabajador estadounidense no especializado o semi-especializado que compita directamente con la mano de obra china", sostiene Barry Eichengreen, economista de la Universidad de California en Berkeley, en un próximo libro sobre el dólar. Pero no hay forma de conseguir el muy discutido "reequilibrio" de la economía mundial sin un debilitamiento del dólar.

El mundo, no obstante, no funciona de forma tan aséptica como en los libros de texto y por eso los gritos de "guerra de divisas" del ministro brasileño de Hacienda, Guido Mantega, que le valieron las críticas, en privado, de sus pares en un reciente encuentro en Washington.

¿ Se trata de una guerra que EE.UU. ya ganó y sólo queda negociar las condiciones de la rendición? Después de todo, si la Reserva Federal imprime suficientes dólares, es decir si emprende el relajamiento cuantitativo, el incremento de la oferta devaluará el valor de la moneda. ¿O acaso tiene razón Yiping Huang, un académico chino y ex economista del Citibank, cuando dice que EE.UU. "no ganó la última guerra de divisas con Japón. Es menos probable que gane una nueva guerra con China"?.

¿Acaso es una guerra sin vencedores? El gobernador del Banco de Inglaterra, Mervyn King, sugirió ominosamente esta semana que "políticas contrapuestas" podrían producir "un indeseablemente bajo nivel de producción mundial y todos los países estarían peor".

El fantasma de que todos los países intenten devaluar su moneda más que la de sus competidores para estimular las exportaciones genera imágenes atemorizantes de la Gran Depresión. Pero aún no hemos llegado a esos extremos.

La disputa actual tiene más que ver con la velocidad. Los gobiernos y los consumidores de EE.UU., Japón, Gran Bretaña y buena parte de Europa continental están bajo presión para reducir su endeudamiento pronto. China está tratando de dilatar el cambio desde el motor exportador al motor del consumo por temor de que no pueda crear empleos en otros sectores con la suficiente velocidad.

Las tensiones se manifiestan en los mercados cambiarios. Desde que Bernanke señaló el 27 de agosto que la Fed se preparaba para emitir más dólares, la moneda estadounidense ha caído más del 6% contra las principales divisas pero sólo 2% frente al yuan.

En este enfrentamiento, las víctimas inocentes son los mercados emergentes como Brasil, Israel e India. A medida que los inversionistas huyen de las bajas tasas de interés en Estados Unidos, Europa y Japón, las monedas de estos países suben y hacen peligrar las exportaciones.

Antiguamente, un puñado de ministros de Finanzas de EE.UU., Europa y Japón hubiesen intentado solucionar estas disputas durante una cena. Se supone que el G-20 es el nuevo foro para estos propósitos, debido a que China se sienta a la mesa. Pero esa mesa puede ser demasiado grande para negociar un acuerdo importante.

Bernanke y Geithner se están moviendo con delicadeza. La semana pasada, cuando el presidente de la Fed enumeró los pros y los contra de emitir más dinero, no mencionó el inevitable impacto en el dólar. No es de extrañar.

"El peligro es un ajuste desordenado, en el que los inversionistas pierdan confianza en el dólar", dice Eichengreen. "La Reserva Federal es claramente consciente de ese riesgo. Esa es una razón por la que el relajamiento cuantitativo será paulatino", aseveró.

Geithner también ha optado por la diplomacia. Lo que quiere decir es lo siguiente: el dólar ya ha caído contra las grandes monedas y eso está bien. Mientras más rápido los chinos cumplan su parte, mejor para todos. Pero no lo estamos haciendo para evitar poner nuestra casa fiscal en orden. Ah, y como reconoció explícitamente esta semana, sabemos que el dólar no es solamente nuestra moneda. Es la moneda en la cual se hacen los negocios en el mundo. Así que seamos cuidadosos.

miércoles, 20 de octubre de 2010

Paris se quema,se quema Paris.


Grecia quema sus naves y se lanza a las calles, el Estado Español se para, los gitanos de nuevo son echados, los parados aumentan, la edad de jubilarse se sube a más años de explotación, el hambre toca la puerta casa por casa, los inquilinos no pueden pagar la renta, Alemania lanza voces de racismo, Europa tiembla como antaño con los tambores de la historia. Paris de nuevo revuelve los adoquines de sus calles para tornarse en la capital de las barricadas.

Kaosenlared es acusada de fomentar la violencia, Fidel de Nostradamus moderno, el imperio del capital se tambalea y las calles de la Europa milenaria se llenan de gases lacrimógenos, las vidrieras de la hermosa sociedad de consumo reciben la histeria de cien piedras. Y se nos llama violentos cuando es por lo nuestro que reclamamos y luchamos, se nos llama violentos cuando nos oponemos al imperio de las bombas y las balas.

A veces no nos queremos dar cuenta de las cosas, la historia tiene que teñirnos de nuestra propia sangre para saber que estamos en guerra, en tiempos de cambio, en crisis que se nos hace hambre, rabia, sed de justicia reclamada.

Los ricos, los amos del poder, de la gran maquinaria de la guerra dibujan estrategias. Pero los mapas no son el territorio, allí, en cada esquina, en cada garganta, está naciendo la revuelta universal que terminará tarde o temprano abriendo la pesada puerta del futuro. El primer mundo, que hasta hace poco era una postal turística, un acomodado estante de injusticias equilibradas, donde se escondía al pobre con el traje de marca, donde se escondía el hambre con los menú de lujosos restaurantes de Champ Elisse, ese primer mundo se viste de tercero, espeja aquellas luchas que solo se veían en la tele, por aquellos lejanos países subdesarrollados.

Paris se veía esta madrugada como desde Paris Mayo del 68 no se veía tan hermosa, trajeada de ira de pueblo, de gente en la calle, de revolución francesa. Paris se quema, se quema Paris. Comienza a rodar el engranaje del tiempo de la historia, comienza la revuelta. Empiezan las voces del fascismo a culpar a los musulmanes, como siempre, a los chinos que no quieren devaluar su moneda, al castrocomunismo encarnizado de Hugo Chávez, pero todos los humanos que andamos por estas calles sabemos que es lo que estamos viviendo, los tiempos, los tiempos están cambiando.

El Primer Mundo vive en carne propia el desempleo, la explotación inhumana, la desesperación de los imperios económicos decididos a todo antes de rendirse y caer derrotados, eso pasa, eso se ve en las fotos que le dan vueltas a nuestras pantallas en la web, eso se ve desde los balcones de Saint Germain, la poesía del hombre luchando por su dignidad, la revolución que aturde en un grito visceral de justicia, está llenando el aire de presagios.

Las voces del Kaiser tratarán de hacernos odiar unos a otros. No es de religiones o de color de piel, es otra la razón de todo esto: es dinero, es esa palabra maldita que se escribe plusvalía, el valor de lo que nos roban por costumbre, la explotación del hombre por el hombre, eso es lo que arde en las calles de Barcelona y de Madrid, de las costas griegas y de nuestro Paris encendido nuevamente en la lucha libertaria.

Cada día esta historia unirá más a todos los pueblos, no somos tan distintos, en todas partes el explotador explota al obrero, ahora está más desnuda la más triste de las verdades, el dinero vil en las manos egoístas de los dueños del poder y del imperio, sale a matar, a acallar, a tratar de seguir viviendo días más después de su fecha de muerte. Paris se quema, se quema Paris, de nuevo un mundo tiene que morir y otro mundo nacerá al final de esta revuelta.

Por la revolución mundial de los pobres y explotados de esta tierra, adelante todos adelante, ¡venceremos!!!

brachoraul@gmail.com


Raúl Bracho en Kaos en la Red

sábado, 16 de octubre de 2010

Los desfiguros de Canal Once.




Al asignarle al OPMA 12 permisos de operación de frecuencias de televisión, con el pretexto de ampliar la señal de cobertura del Canal 11, la Cofetel incurrió en irregularidad jurídica. Legisladores de varios partidos aseguran que se ha despojado al Politécnico Nacional de su órgano difusor para convertirlo en un medio de propaganda gubernamental.


A pesar de ser la televisión pública más antigua de México, cada vez más se desfigura el carácter educativo y cultural del Canal 11 de televisión para acercarse al modelo de la televisión privada y, ahora, a ser un órgano de propaganda de los actos gubernamentales y, en especial, de Felipe Calderón. Como El Financiero ya lo ha documentado, la Ley Orgánica del Instituto Politécnico Nacional establece que el Canal 11 es un área sustantiva y formal de su patrimonio por ser el aparato de difusión de la ciencia y la cultura nacionales. Pero con la llegada de Fernando Sariñana Márquez a la dirección general de esta emisora, lejos de respetar los estatutos, le suprimió su identidad con el Politécnico Nacional al denominarlo “Once TV México”.

Desfigurar la señal


De acuerdo con el Artículo 32 la Ley Orgánica del IPN, el director de este canal de televisión será designado por el titular de la SEP, a propuesta del director general del IPN. Pero a Sariñana Márquez lo designó directamente Calderón porque él le había realizado parte de su campaña electoral en 2006. Con Sariñana Márquez al frente, lejos de trasformar a esta emisora en una “televisión atrevida y moderna”, como él mismo dice, se convertirá en el órgano difusor del gobierno panista en el poder.


Durante la ceremonia de festejos del 50 aniversario del XEIPN Canal 11 de Televisión (27/03/2009), Felipe Calderón anunció la posibilidad de formar una tercera cadena de TV, a través de la ampliación de la cobertura en señal abierta de este medio de comunicación: “A ver a qué piedra se suben, pero que Canal 11 pueda verse en todo el territorio nacional con señal abierta”, ordenó Calderón a sus secretarios de Gobernación y de Comunicaciones y Transportes presentes en la celebración.


Un año después, el 31 de marzo de 2010, el Diario Oficial de la Federación publicó el Decreto por el que el Ejecutivo crea el Organismo Promotor de Medios Audiovisuales (OPMA), con personalidad jurídica y patrimonio propios, ubicado dentro de la Secretaría de Gobernación. La dependencia tiene por objeto la generación, producción y distribución de contenidos audiovisuales, por sí mismo o coadyuvando para tal efecto con las dependencias y demás entidades de la administración pública federal, así como “informar a la ciudadanía sobre programas y acciones gubernamentales que resulten de interés público”. Además, entre sus funciones específicas está la de instalar y operar estaciones de radiodifusión.


El 14 de abril, el OPMA ya tiene un director: Alejandro Ordoño Pérez, nombrado por Calderón. A partir de esa fecha se empiezan a gestionar ante la Comisión Federal de Telecomunicaciones (Cofetel) 12 permisos de operación de frecuencias. Para el 24 de junio de 2010, en un hecho sin precedente, la Cofetel le otorga al OPMA los permisos para operar canales analógicos y digitales.


Un mes más tarde, el 12 de julio, el OPMA comienza a operar mediante un llamado “convenio de colaboración” con el Instituto Politécnico Nacional. Así la señal del XEIPN Canal 11 de Televisión amplia su cobertura de transmisión al pasar del 28 por ciento al 42 por ciento del territorio nacional. Dicho acuerdo obliga al nuevo organismo a retransmitir de manera íntegra y simultánea la programación del Canal 11 en las ciudades de Xalapa, Morelia, Guadalajara y Coatzacoalcos. La ampliación de la cobertura de este medio también abarcará las ciudades de Gómez Palacios y los Mochis.


El convenio señala que el Canal 11 aporta el contenido de la programación de manera íntegra y el OPMA las frecuencias analógicas para transmisión digital, transmisores y antenas de televisión. También se hizo saber de la construcción de la infraestructura para la transmisión de la señal en Monterrey, Mérida, Oaxaca y Durango.

Aviso de las partes


Si de por sí el decreto de creación del OPMA generó controversia, este convenio con el Canal 11 desató suspicacia. Nadie conocía a ciencia cierta el documento, sólo quienes lo firmaron. Por ello, a finales de julio, la Comisión Permanente del Congreso de la Unión aprobó un punto de acuerdo: citar a comparecer al subsecretario de Normatividad de Medios de la Secretaría de Gobernación, al director del Canal 11 y al titular del OPMA para que informen y expliquen los alcances del “convenio de colaboración”. También solicitaron a la Secretaría de Gobernación les enviara el contenido íntegro del convenio, mismo que les llegó un día antes del encuentro.


Ante senadores y diputados de la LXI Legislatura, los funcionarios exponían sus opiniones como verdades absolutas y negaron toda la crítica. Pero hubo preguntas clave que nunca contestaron a los legisladores.


Héctor Villarreal, subsecretario de Normatividad de Medios de la Secretaría de Gobernación, explicó que el convenio tiene como única consecuencia la de avanzar en el cumplimiento del compromiso del presidente de la República para ampliar la cobertura en señal abierta del Canal 11 a regiones del territorio nacional en las que no era posible sintonizarlo, hasta llegar gradualmente a cubrir todo el país. El convenio le impone al OPMA la obligación de retransmitir de forma íntegra, simultánea, sin cortes, sin supresiones, sin interrupciones y sin cualquier otro tipo de alteración la señal de Canal 11, el cual, a su vez, se obliga a entregar su señal al OPMA en las condiciones técnicas requeridas para su adecuada retransmisión.


Agregó que, como instrumento para la comunicación de servicio público, el OPMA es una entidad sectorizada en la Secretaría de Gobernación porque es ésta -en términos de lo dispuesto por el Artículo 27 de la misma Ley Orgánica- la que tiene facultades para vigilar el cumplimiento de las garantías individuales en el fomento al desarrollo político y la promoción de la activa participación ciudadana:


-- Este Organismo Promotor de Medios Audiovisuales-- añadió Villarreal --cumple con impulsar la ampliación de la cobertura del Canal 11. Después, podrá utilizar el uso de sus frecuencias y de su infraestructura para ponerlas también a disposición de otras entidades de radiodifusión pública y, eventualmente, sumarse también a la oferta de radiodifusión integrada por el mismo Canal 11, Canal 22, el IMER y Radio Educación. El OPMA pretende hacer más grande y diverso el servicio de radiodifusión del gobierno de la República.


En su turno, Alejandro Ordoño Pérez, director del OPMA, señaló que en el mentado convenio no hay palabra o cláusula de la que se desprenda algún tipo de intervención del OPMA en los contenidos del Canal 11 o en sus decisiones de programación: “No existe tal intención -aseguró- en el Gobierno Federal… La vigencia es de un año porque así lo acordamos ambas partes, lo que de ninguna manera pone en riesgo su continuidad ni el compromiso de hacer llegar los contenidos del canal a un mayor número de mexicanos.


De hecho se señala con toda claridad su prórroga de forma indefinida, bastando un aviso de las partes para que esto suceda.”


El funcionado, criticado por provenir de las filas del CISEN, apuntó que en dos sesiones diferentes, el pleno de la Cofetel determinó otorgar los permisos para utilizar, con fines oficiales, las frecuencias de televisión en las ciudades mencionadas. Asimismo, indicó que


El nuevo organismo comenzó sus operaciones con una estructura de tres plazas federales en su oficina central y 28 técnicos especialistas adscritos a las cuatro estaciones repetidoras que ya se encuentran en operación. El presupuesto para este primer año asciende a poco más de 11 millones de pesos.


En tanto, Fernando Sariñana Márquez -titular del Canal 11- narró un largo recuento de los cambios y los premios que la emisora ha tenido durante su administración y reiteró: “El convenio establece que la transmisión de la señal se realizará de manera íntegra, sin interrupciones y en tiempo real, lo que garantiza la independencia de los contenidos.” Mencionó que a partir del 12 de julio la señal cubre el 42 por ciento del territorio nacional y que para finales de 2010 se iniciará la transmisión en Monterrey, Mérida, Oaxaca y Durango, alcanzando una cobertura del 49 por ciento del territorio y llegando a más de 50 millones de mexicanos.


Pero lo expuesto en la primera ronda no bastó.


El diputado Mario di Costanzo (PT) reviró a los funcionarios: “Tenemos aquí un convenio. Lo que no veo es una acta donde se constate que la directora general del Instituto Politécnico Nacional haya consultado alguno de sus órganos -por ejemplo al Consejo de exdirectores vinculado al manejo de la institución- para dar aprobación a este convenio. Incluso en la misma Ley Orgánica del IPN, el Canal 11 está para darle un apoyo no a la dirección, sino al Instituto completo. Por lo tanto, este convenio prácticamente le quita al Politécnico su canal… Yo creo que una decisión de esta envergadura tiene que ser por lo menos consultada, discutida, analizada en estos consejos. A mí me da la impresión de que esto va a ser el canal de Felipe Calderón. Me preocupa que le quiten un activo importante al IPN, sin consultar a quienes han estado directamente involucrados con el crecimiento de la institución.”


A su vez, el senador Javier Orozco Gómez (PVEM) aseguró que la exposición de los funcionarios revela la posición de un gobierno federal que va por el control de los medios de comunicación: “Me queda muy claro -aseveró- que se trata de un proyecto hacia la contienda electoral de 2012, por más que lo nieguen. Por un lado, están por el control de los medios públicos que tienen a su cargo. Saben cómo funciona el Canal 11, el 22, el IMER y Radio Educación. El rumbo que se les está otorgando no es el de un verdadero medio público, sino un medio del gobierno; un medio al servicio del presidente de la República. Por otro lado, hoy mismo un legislador del PAN me confesó: ‘¡Ya tenemos el control del órgano regulador de las telecomunicaciones y la radiodifusión (Cofetel)!’ Con esto se comprueba la hipótesis: el gobierno federal está ya por el control de los medios en búsqueda de sostener al PAN en el gobierno con miras al 2012.”


El legislador del PVEM reitero la pregunta a Sariñana Márquez: “¿Se consultó a la comunidad politécnica la firma de este convenio con el OPMA? Y si ustedes ven con tanto beneplácito la ampliación de la señal, ¿por qué no solicitaron esos permisos para que se les otorgaran y ampliaran su cobertura?”

La doble partida


El senador Carlos Sotelo (PRD), presidente de la Comisión de Radio, Televisión y Cinematografía del Senado de la República, fue más contundente al subrayar que en la ceremonia del 12 de junio donde se anunció la ampliación de la cobertura del Canal 11 la sociedad se enteró que al OPMA le habían sido adjudicadas, en un tiempo record, varias frecuencias de televisión por partida doble: analógicas y digitales. Pero, al hacerlo, la Cofetel contravino la legislación, ya que todo solicitante de un permiso para operar frecuencias de radiodifusión tiene que acreditar una serie de requisitos como, entre otros, los proyectos de producción y programación, mismos que el órgano regulador debe comprobar que existen.


Sin embargo, el legislador constató que las frecuencias asignadas al OPMA no contaban con dichos proyectos: “Aquí el problema -continuó- es que la Cofetel no puede autorizarle a un organismo público permisos para que, luego, las preste a otro canal. Esa figura no está en la ley o, en su caso, quiero que me expliquen en qué base de la ley se fundamenta esta acción. Cofetel debiera cancelar dichos permisos por estar incumpliendo el expediente y resolver asignárselos directamente al Canal 11; es decir, esas frecuencias deben ser asignadas directamente a la emisora del IPN. Si el OPMA quiere tener frecuencias, que recorra el camino que la ley establece.”


Sotelo aseguró que los legisladores harán llegar un documento a la Cofetel en el que fundamentan la irregularidad jurídica en la que incurrió para la asignación de estas frecuencias al OPMA. Con esa base, solicitarán que rectifique, cancele y le asigne dichas frecuencias directamente al Canal 11, que es lo que debió haberse hecho desde el principio. También demandarán que se detenga esta intención del Ejecutivo federal de utilizar la administración pública para establecer una estrategia de carácter electoral, rumbo a la sucesión presidencial de 2012.


En su turno, el senador Adolfo Toledo (PRI) expuso un ejemplo de lo que, ahora, sucede con el Canal 11 y su “cobertura nacional”:


-- Poco antes de la diez treinta de la mañana --apuntó--se transmitía el programa Escuela para Padres. Pero, de pronto, cortaron la programación, ante la sorpresa de invitados y conductores.

Cristina Jáuregui, conductora, anuncia la interrupción y dice: “Bueno, quiero darles una noticia: Vamos a tener que interrumpir Escuela para Padres para escuchar un mensaje presidencial del Diálogo por la Seguridad. Vamos a oír a nuestro presidente… La psicóloga invitada exclamó: “¡Oh my god!” Y de inmediato entró la cortilla sin sonido, apareció en la pantalla el Escudo nacional y enseguida comenzó la transmisión de la reunión de Calderón.


El legislador añadió que esta situación revela cómo un canal de televisión es utilizado como un instrumento del gobierno federal rumbo a la elección del 2012: “En realidad -acotó- lo que hacen con el OPMA es un ejercicio que en México se puso en marcha hace 30 o 40 años con la creación de IMEVISION, el cual tuvo éxito relativo, luego fracasó, se privatizó y ahora parece que se pretende emular un esquema en ese sentido.

Antenas repetidoras


Al contestar, Héctor Villarreal indicó que nada más lejano a la realidad es la postura de que la Secretaría de Gobernación le arrebata al IPN su Canal 11, pero al momento de querer contestar cuál es la base legal con la que la Cofetel entregó los permisos al OPMA, el funcionario sólo expresó: “Estoy enterado de que la Comisión Permanente del Congreso de la Unión le solicitó a la Cofetel un informe sobre los términos en los que se había entregado estos permisos. Pues la realidad es que nos atenemos a lo que el órgano regulador diga. No podemos nosotros explicar los pormenores de una deliberación y de una decisión tomada por un órgano colegiado…”


A su vez, Fernando Sariñana entró en cólera y espetó: “No veo de qué manera, con la firma de un convenio, se entrega el Canal 11 a la Secretaría de Gobernación... nosotros hemos buscado la manera de ampliar el concepto de cultura. La transmisión de los programas de esta mañana y de ayer (Diálogos por la Seguridad), es una decisión del director del Canal porque tiene las facultades para hacerlo… Como un dato curioso, ese programa tuvo un rating de un punto. Eso quiere decir que casi 800 mil personas consideraban importante lo que se estaba diciendo ahí, lo cual celebro. Y cada vez que exista un tema importante para el país nosotros pretenderemos subirlo a la discusión pública… Yo espero que podamos, con el ejercicio de nuestra función, acabar con todas las dudas de que el Canal 11 se convertirá en un organismo de propaganda gubernamental.”


La réplica no fue menor. El diputado Mario di Costanzo arremetió:


-- No me venga a hablar de libertades, ni a pararse el cuello con algo que sabemos que no es cierto porque hasta López Dóriga recibe instrucciones. No se vale venir al Congreso de la Unión a mentir y decir que es un convenio para ampliar la potencialidad o el alcance del Canal 11 porque, para eso se ponen antenas repetidoras, no tienen que andar firmando convenios… El hecho es que el IPN está perdiendo un activo y no está dentro de sus facultades comprometer esos bienes. Tampoco me venga a hablar de toda una estructura basada en la libertad de expresión, ni en la imparcialidad, cuando sabemos que no es así. Por lo menos les hubieran televisado a la comunidad politécnica la sesión de hoy para que se enteren de lo que está pasando con su emisora. Eso de que siempre ha habido apertura. Por favor…


También el senador Javier Orozco Gómez (PVEM) puso en duda las palabras de Sariñana, a quien le preguntó: “¿Realmente consideran ustedes que existe una apertura en el Canal 11?” Por su parte, el diputado Silvio Lagos (PRI) le preguntó al subsecretario de Gobernación, que si tiene la voluntad de que la emisora del IPN tenga mayor cobertura, por qué crear un nuevo organismo en lugar de darle directamente al Canal 11 estos canales: “Por qué -reiteró- la terquedad de querer tener a fuerza un organismo de control?”


En tanto, el diputado Agustín Guerrero (PRD) solicitó que el tiempo que la emisora le brinda a Felipe Calderón de manera plural, abierta, sin censura, sin cortes, también se le pueda otorgar a la población: “Yo le aseguro -añade el diputado a Sariñana- que no va a tener un punto de rating, va a tener dos por lo menos, el doble, le va ir mejor… Pero, en serio, si lo que usted ha comentado es así, de que efectivamente no está intervenida la programación de Canal y que es una decisión que usted tomó, pues juéguese el pellejo en serio y abramos el espacio también para que Andrés Manuel, en la misma cobertura, con el mismo tiempo, se pueda expresar a través de Canal 11 del IPN.”

Sin programación


Uno de los planteamientos más incisivos fue el del senador Carlos Sotelo con respecto a los cambios que ya se perciben en la emisora del IPN. El legislador precisó que con base en la Ley Federal de Radio y Televisión y su Reglamento, se otorgarán frecuencias de radiodifusión a entidades públicas siempre y cuando los solicitantes presenten información respecto a descripciones y especificaciones técnicas, capacidad técnica, programa de cobertura, programación, programa de inversión y documentación con que acredita la capacidad financiera y capacidad administrativa.


Recibida dicha solicitud, la Cofetel procederá al análisis y evaluación respectiva. Actualizado los requisitos y considerando el interés social, este órgano regulador resolverá lo conducente, previa opinión de la Secretaría de Gobernación, cuyas obligaciones están en otra ley. Pero Sotelo apuntó que, en contradicción a este procedimiento legal, el pleno de la Cofetel le asignó al Organismo Promotor de Medios Audiovisuales varios permisos para operar canales de televisión con fines gubernamentales, sin haber realizado los estudios y análisis necesarios para calificar el interés social que hiciera procedente la solicitud del OPMA, ya que éste no pudo acreditar proyectos de producción y programación propios.


El director del OPMA introdujo en el expediente, como proyectos de producción y programación, los del Canal 11; es decir, la programación del IPN, cuando la ley establece presentar proyectos propios: “Ya parece -indicó el senador- que otra entidad pública va a solicitar que le autoricen una frecuencia de televisión y que en su carpeta diga que va a reproducir determinadas contenidos de un canal ya existente. Esto no tiene sentido. ¿Para qué crear una nueva entidad de televisión? ¿Cuál es la base de la Ley que permite obtener permisos de radiodifusión para que éstos, a su vez, puedan prestarse a otra entidad?”


Carlos Sotelo también explicó que un factor principal de un medio que aspira a ser una televisora pública incluye la existencia de un Consejo Consultivo Ciudadano: “Pero aquí -especificó- los funcionarios hablan de medios públicos y me pregunto por qué no agregan o no agregaron en el diseño del OPMA las características elementales de un medio público, como lo es el Consejo Consultivo con vinculación a la programación, a la definición de los contenidos para que no suceda lo que hoy ocurre con la programación del Canal 11, donde el director decide qué es importante y qué no.”

jueves, 14 de octubre de 2010

El Gringo Pellegrini.


Carlos Pellegrini nació en Buenos Aires el 11 de octubre de 1846 y murió en la misma ciudad el 17 de julio de 1906, pocos meses antes de cumplir sesenta años. Fue legislador, ministro, vicepresidente y presidente, diplomático y en, todos los casos, hombre del poder a tiempo completo. A diferencia de Sarmiento o Roca, Pellegrini no necesitaba probar que pertenecía a la élite. Actuaba con la seguridad y el desenfado de quien es consciente del lugar que le corresponde en la sociedad.

Muchos se preguntaron por qué no intentó ser presidente en 1898 y aceptó que fuera Roca el candidato. La respuesta está en esas consideraciones. Para Pellegrini, el cargo de presidente era importante, pero mucho más importante era su pertenencia a la clase dirigente. No era humilde ni sobrio; por el contrario, tenía conciencia de clase y actuaba en consecuencia.

Como político exhibió las virtudes y el talento de una élite excepcional. También sus límites y en algunos casos sus vicios. Vivió sesenta años, pero su obra pública trascendió con creces el tiempo cronológico. Desde 1878 en que fue designado ministro de Guerra por Avellaneda hasta el año de su muerte, siempre ocupó los primeros planos del poder. Esto quiere decir que durante un cuarto de siglo fue uno de los principales protagonistas de su generación, una generación donde abundaban los hombres brillantes.

No fue un intelectual como Sarmiento y Alberdi, ni un militar exitoso o una máquina de acumular poder como Roca. Culto, interesado por las artes y toda manifestación cultural, era demasiado vital y expansivo como para sujetarse a la meditada reflexión teórica o a la investigación sistemática. Como dice un biógrafo, leía poco pero digería mucho. El resto del tiempo lo dedicaba a la acción política y a la vida social en el club. “Era un hombre de club y sport” como dice Cané.

Nunca renegó del Ejército, pero siempre se negó a ocupar cargos militares o exhibir ascensos que seguramente se los hubieran dado. Se inició como soldado en la guerra del Paraguay cuando aún no había cumplido veinte años. Sus compañeros de combate fueron Leandro Alem, Victorino de la Plaza, Domingo Sarmiento, Francisco Paz, Quirno Costa, Bonifacio Lastra y Aristóbulo del Valle.

En 1880 fue quien dirigió los operativos militares del poder nacional, además de aconsejarle a Avellaneda que debía mudarse a Belgrano para seguir librando la batalla contra las fuerzas de Carlos Tejedor. Tenía entonces 33 años, pero ya se había ganado el mote de “piloto de tormentas”, porque el de “Gringo” se lo había puesto Sarmiento unos años antes. En la crisis del ochenta usó por última vez el uniforme militar, un uniforme que se hizo confeccionar a su gusto: mitad militar, mitad ciudadano.

Nunca tuvo pretensiones militaristas como Mitre o Sarmiento, pero siempre consideró que el Estado, para ser tal, debía contar con un ejército nacional. A él le pertenece la imagen de los soldados como leones en una jaula, jaula cuyos barrotes debían ser la ley. Digno hijo de su tiempo y de su clase, no fue creyente -por lo menos nunca practicó la disciplina de una religión- pero siempre la respetó y, como todo hombre del poder, estimaba que una de sus funciones era tranquilizar a las clases populares

En 1886 fue el vicepresidente de Juárez Celman y cuando estalló la crisis del noventa maniobró para promover la renuncia del mandatario de origen cordobés, mientras trataba de impedir que esa coalición política que todavía no se llamaba UCR se hiciera cargo del poder. Vicepresidente de la Nación, no tendrá empacho en tomar las armas para pelear del lado de la causa que consideraba verdadera, es decir, la del orden, el orden conservador se entiende. Camilo José Crotto lo recordará años después en una barricada, con una pistola en la mano disparando a pecho descubierto. “Era valiente el Gringo”, dirá con respeto.

Conservador y liberal a la inglesa, como le gustaba decir, fue uno de los principales promotores de las transformaciones económicas de fines del siglo XIX, acciones que nos colocaron entre las diez primeras potencias del mundo. Siempre fue un hombre del régimen y no es serio atribuirle posiciones que nunca tuvo, pero importa decir que cada vez que los historiadores intentan rastrear el origen de las políticas industrialistas en la Argentina inevitablemente se lo cita a él y, como toque pintoresco, se recuerda la escena en la que junto con Casares y Tornquist se hicieron presentes en una reunión social vestidos con ropas fabricada en el país.

Como Roca, creyó en el orden conservador con todas sus virtudes y defectos, pero fue uno de los primeros en tomar conciencia de los límites políticos del régimen y de que era necesario anticiparse a los cambios antes de que fuera demasiado tarde. El destino quiso que no pudiera ser testigo de sus intuiciones, pero la historia le asignó un lugar de pionero, un lugar que fiel a su estilo seguramente tampoco habría aceptado.

Se sabe que en toda biografía uno de los errores más habituales es el del determinismo social o de clase, no porque no sea necesario tenerlo en cuenta, sino porque llevado a su extremo es más lo que oculta que lo que ilumina. En este sentido, lo interesante de Pellegrini no fue lo obvio sino aquello que debido a la vorágine de la historia o la precipitación de las crisis, apartan a los hombres de sus derroteros previsibles, los hacen ir más allá o más acá de su posición de clase o su ideología.

Pellegrini fue el primer político en saber que no se podía ejercer la función pública sin poseer una sólida formación económica. Esos conocimientos fueron los que puso en práctica cuando, luego de la renuncia de Juárez Celman, se hizo cargo del gobierno y junto a Vicente Fidel López timoneó una de las crisis más profundas de la Argentina de entonces.

En 1893 fue el artífice de la revolución radical, el artífice inconsciente se entiende, porque fue él quien promovió a Aristóbulo del Valle como ministro del Interior del gobierno de Sáenz Peña y fue él quien -tal vez gracias a un pacto pampa con Hipólito Yrigoyen- regresó a Buenos Aires y se puso al frente de la represión.

Querido y criticado, siempre fue respetado por amigos y adversarios. El Gringo, como decían sus compañeros “era un amigo, amigo de los amigos y siempre dispuesto a la gauchada y el favor”. No cualquiera era amigo de Pellegrini. Exigente en la política, también lo era para la amistad. Pero quien disponía de ese privilegio sabía que contaba con un amigo incondicional. Paul Groussac, siempre tan medido y recatado, no vaciló en decir que fue el hombre que más quiso en su vida.

Fue el fundador del Jockey Club y siempre se definió como un clubman, es decir, como un hombre que pasaba largas horas en el club jugando a las cartas y compartiendo la tertulia con amigos. Su culto a la amistad iba parejo con su culto al coraje. Con el Gringo no se jodía. Un día le avisan que una manifestación marchaba hacia su casa para insultarlo. Se retiró del club solo y se paró en la esquina de su casa. La multitud pasó a su lado; nadie le dijo una palabra.

Fue el primer político en defender el voto femenino, pero allí empezó y terminó su relación progresista con las mujeres. Como todo hombre de su tiempo, creía que el lugar de la mujer era la casa o la cama. Se dice que amó a su mujer y que la respetó, pero se sabe que no le fue fiel. Por supuesto, siempre fue discreto y por principio rechazaba la fanfarronería y la jactancia en materia de mujeres.

Caminaba dando largas zancadas y su elegancia era proverbial. Saludaba con un gesto breve, pero luego, con los amigos, era conversador y ocurrente. Su vozarrón se distinguía de lejos, lo mismo que sus carcajadas. Como muchos de los gentlemen de su tiempo intercalaba en su lenguaje los vocablos ingleses con las palabrotas. Disfrutaba de los viajes y aprendía. Como político le gustaba hacer las cosas a lo grande. Era la expresión de una burguesía orgullosa de su rango y de sus obras. El Jockey Club y las salas de exposiciones que fundó y promovió, no tenían que ver con la frivolidad sino con la visión de quien intentaba dotar a una clase social de los elementos de la cultura y el bueno gusto.

Todos coinciden en señalar que se imponía con su presencia. Alfredo Palacios que lo conoció cuando recién se iniciaba en las lides políticas cuenta que un día lo vio ingresar a la Cámara de Diputados. “Eramos pocos -dice Palacios- pero cuando él se acomodó en su banca yo tuve la sensación de que había quórum”. Al borde de la muerte, su mujer vio unos lagrimones surcando el rostro del hombre que nunca había mostrado debilidad. “¿Tú llorando?”, le preguntó asombrada su mujer. “Perdoná Gringa... fue una aflojada”. “Ha caído el más fuerte”, dicen que dijo José Figueroa Alcorta al enterarse de su muerte. No se equivocaba.

domingo, 10 de octubre de 2010

Mujeres Publicas.


Una amiga investigadora de la UNAM no me creía cuando le dije que alguna vez en la ciudad de México existió un Registro de Mujeres Públicas, donde se anotaban los nombres de aquellas trabajadoras, vendedoras y artesanas, sospechosas de tener lo que las autoridades del siglo XIX calificaban como una “conducta indecente”.

Su incredulidad terminó, y yo gané una apuesta, cuando descubrió en los archivos una copia de algunos documentos de ese terrible expediente de uso común hace 200 años, cuando la entrada a la ciudad se controlaba mediante garitas y en los parajes cercanos al portal de Mexicalzingo o en los caminos de San Agustín de las Cuevas, operaban bandas de delincuentes dedicados a robar a los comerciantes, así como a violar mujeres que tuvieran la osadía de arriesgarse en semejantes lupanares sin la compañía masculina. Lo malo es que si alguna de ellas, después de ser víctima de una vejación, acudía con las autoridades, era tratada inmediatamente como “mujer pública” y entre líneas, al igual que hoy en día en muchos ministerios delegacionales, se les daba a entender que ellas habían sido las responsables de tentar la lujuria masculina.

En pocas palabras, toda aquella artesana, fritanguera, chilera, tamalera o buñolera que tuviera la necesidad de ganarse la vida para mantener a su familia trayendo su mercancía a la ciudad en horas de riesgo, sería la culpable de su propia violación.

Cuando en 1865, un funcionario del Consejo Superior de Sanidad llamado Aquiles Bazaine promulgó la tolerancia de los burdeles en la ciudad de México y creó la temida Oficina de Inspección de Sanidad, encargada de cobrar tanto los impuestos a estos establecimientos como de llevar el control de las féminas que ahí trabajaban, se inició toda una época en contra de las mujeres de la ciudad de México.

Seis años después se modificó el reglamento con la Orden de Prostitución, expedida por Maximiliano, e ingenuamente se autorizó a la Policía a encarcelar a toda mujer sospechosa de ser meretriz y que no cumpliera con su cuota a la mencionada oficina; además de que se permitía a los polizontes registrar bajo ese “rubro” a cualquier mujer que “callejeara a deshoras” o que mostrara actitudes provocadoras que incitaran a la lujuria.

Aquello bastó para que los buitres, haciendo uso de las herramientas que la ley les proporcionaba, comenzaran a hostigar a su antojo a cualquier mujer que a causa de su origen humilde no contara con influencias para defenderse.

Igual que en una película de terror, si en alguna esquina la soldadiza se encontraba con una fritanguera de “buen ver”, las insinuaciones no se hacían esperar, y si la susodicha se negaba a cumplir sus deseos, salían a relucir las amenazas, mismas que cobraban la forma del terrorífico Registro de Mujeres Públicas, donde una vez anotado el nombre y la ocupación de la víctima, ésta debía asumir (aunque no lo fuese) su calidad de prostituta y pagar por ley un impuesto, mismo que a la larga se convertía en una esclavitud de tiempo completo.

Aquel era el sistema con el que muchas comerciantes honradas fueron obligadas a ceder a las peticiones de los inspectores, arriesgándose con ello a otorgar pruebas reales de que ejercían el oficio más antiguo del mundo.

Actualmente, en el Archivo Histórico de la Secretaría de Salud, se conservan ejemplares de esos registros en los que curiosamente, además de los datos y el origen de la mujer fichada, se incluía su “oficio honrado”, mismo que en opinión de los supuestos inspectores servía para contactar a sus clientes.

A casi siglo y medio de esos absurdos reglamentos cabe preguntarse ¿cómo podía una buñolera que dedicaba la mitad del día a vender y la otra a preparar la levadura de tequesquite (trabajo de casi 10 horas), tener tiempo para la prostitución? Sin duda, una más de las injusticias que se omiten de nuestros libros de historia y que muestran una oscura historia de abusos contra la mujer en nuestra nación, a la par de sus conmemoraciones.

miércoles, 6 de octubre de 2010

Un periodico que hacia de "ventana a europa".


Hace 80 años salieron a la calle los primeros ejemplares del diario Moskóvskie Novosti (Novedades de Moscú). Fue fundado en 1930 bajo el nombre inglés de Moscow Daily News. La Internacional Comunista todavía existía, los ciudadanos soviéticos albergaban en lo más profundo de sus corazones la esperanza de que se produjera una Revolución mundial y las fuerzas de izquierda de los países occidentales creían que la URSS estaba abriendo el camino hacia un futuro feliz.

El diario, creado por la Sociedad para el Fomento de los Vínculos Culturales con el Extranjero, estaba en principio destinado precisamente a estas fuerzas de izquierdas. Su fundadora fue una periodista estadounidense.


Después llegaron los tiempos en los que todo tipo de vínculos que mantuvieran los ciudadanos soviéticos con el exterior estaban muy mal vistos. Los contactos culturales no eran ninguna excepción. En 1949, la aventura del Moscow Daily News terminó como una víctima más de la llamada “lucha contra el cosmopolitismo”. El Redactor Jefe, Mijail Borodin, miembro del Partido Obrero Socialdemócrata Ruso (bolchevique) desde 1903, fue involucrado en las investigaciones del caso del Comité Judío Antifascista y murió en un campo de concentración o en prisión. La fecha exacta de su muerte se desconoce.


El periódico con un nombre tan extranjero, por supuesto, fue enseguida cerrado. Y parece también muy natural su renacimiento en la época de Jruschov, en 1956.


Nosotros, los alumnos del colegio bilingüe ruso-inglés de finales de los 60 y comienzos de los 70, desconocíamos todos estos detalles históricos. The Moscow News, que se editaba a la sazón dos veces a la semana (por lo que la palabra “daily” fue suprimida), nos servían para el aprendizaje del inglés. Así lo hacían muchos colegiales soviéticos, sólo que algunos, los que estudiaban francés, acudían al periódico gemelo de Les Nouvelles de Moscou.


Estas dos ediciones, en primer lugar la versión inglesa, sirvieron para la gente de mi generación como una suerte de “ventana abierta a Europa”. La mayoría de los adolescentes soviéticos simplemente no tenía otra posibilidad de conocer el inglés moderno.


En algunos colegios -y era el colmo del lujo- se leía el periódico comunista británico The Morning Star. Pasaba, sin embargo, que no era muy apropiado para el nivel inicial de inglés y los niños de unos 10 ó 12 años se veían enterrados por la avalancha de conceptos, palabras y expresiones incomprensibles. Estábamos literalmente -lo recuerdo con nitidez- buceando en un mar de cosas desconocidas.


Era una inmersión total y absoluta. Nuestros profesores, ciudadanos de la URSS de toda la vida, eran incapaces de orientarnos, ya que ellos mismos desconocían los conceptos de la cotidianidad inglesa que invadían las páginas del The Morning Star. Con semejante aprendizaje forzado lo único que se conseguía era una fortísima aversión al inglés.


The Moscow News, por el contrario, era un perfecto programa formativo, hablando con el lenguaje moderno. En los artículos se hablaba de cosas y acontecimientos familiares, cualquiera de los cuales podría haber aparecido en un periódico soviético. La ideología poco importaba: se podía ampliar el vocabulario y aclararse con la gramática y para este objetivo valían de igual manera una noticia sobre el Teatro Bolshói o una sobre un Congreso del Partido.


Pero no era todo: el periódico no dejaba de publicar relatos cortos y novelas de escritores ingleses y estadounidenses contemporáneos. Se publicaban por entregas, con comentarios y notas, pero en su versión original.


Aquello ya era un contacto directo con la lengua literaria inglesa viva. Las publicaciones iban destinadas a los alumnos de los últimos años del colegio y las solíamos disfrutar enormemente. Recuerdo, por ejemplo, haber leído por primera vez la novela de Arthur Hailey “Wheels”, incluso antes de que fuera traducida al ruso.


También se publicaban obras clásicas, en el mejor sentido de la palabra: los relatos de Jack London, entre otras cosas. El periódico nos hacía a la vez de libro de texto y de un útil complemento de las clases, llegando a menudo sustituirlas. Por desgracia, no todos nuestros profesores hablaban un inglés tan puro y perfecto, como los estrictamente seleccionados autores del The Moscow News.


Después, con la perestroika, la versión inglesa fue con creces superada en popularidad por una versión en ruso, bajo el encabezamiento de Moskóvskie Novosti. Sin embargo, después de la desintegración de la URSS, el periódico no sobrevivió a una época difícil. Las redacciones en lenguas extranjeras fueron cerradas antes. En los últimos años parecen estar renaciendo poco a poco: en 2009, los lectores volvieron a apreciar la versión inglesa editada por la Agencia rusa de Información Internacional (“RIA Novosti”), heredera de la Agencia de Prensa Novosti (APN) que editaba The Moscow News en la época soviética.


Sería un bonito comienzo de una nueva historia. No obstante, la gente de mi generación nunca olvidará uno de los más importantes periódicos de su juventud que ampliaba nuestro conocimiento del mundo que nos rodeaba.

domingo, 3 de octubre de 2010

Tlaltelolco.


En 1968, en la plaza de las Tres Culturas, los camarógrafos Servando González, Ángel Bilbatúa, Alex Phillips, Cuauhtémoc García Pineda y Armando Carrillo, acompañados de asistentes, filmaron durante más de seis horas la matanza ocurrida en Tlatelolco. A 42 años de los sucesos la misma pregunta éstá en el aire ¿Dónde se encuentran los rollos de aquellas filmaciones?

Y al revisar la declaración que hace más de siete años rindió ante la Fiscalía Especial para Movimientos Sociales y Políticos del Pasado, José Salvador Gallástegui Contreras, ex oficial mayor de la Secretaría de Relaciones Exteriores, así como Cuauhtémoc García Pineda, entonces camarógrafo de la Presidencia, coinciden con algunos hechos narrados por nuestro testigo, al que identificamos por su propia petición bajo el sobrenombre de Don F.

La leyenda urbana cuenta que el propio Luis Echeverría pidió que el uso de la fuerza fuera testimoniado como documental en película, y que días después vio la película en su despacho, mientras disfrutaba de un costoso coñac importado.

Pero don F afirma que las filmaciones que se han rescatado de algunos rollos originales no tienen nada que ver con el horroroso espectáculo que tuvo lugar ese día, cuando en su calidad de chalán fue llevado junto con los otros a bordo de camionetas y se le colocó en un edificio cercanos a la plaza, horas antes de que unos misteriosos hombres con guantes blancos comenzaran a disparar sobre la multitud indefensa.

En su testimonio rendido en 2003, a la edad de 72 años, Gallástegui dijo no recordar si habló telefónicamente con Fernando Gutiérrez Barrios, entonces titular de la Dirección Federal de Seguridad o Rafael Hernández Ochoa, subsecretario de Gobernación y amigo cercano de Luis Echeverría, pero confirmaron que recibiera al grupo de camarógrafos y les diera luz verde en los accesos a los mejores puntos de la plaza.

Aproximadamente a las 6:30 de la tarde recibió a los equipos de filmación conformados por aproximadamente 10 personas y de primera instancia los colocó en una oficina vacía de la Dirección de Protocolo, en el piso 17 de la SRE.

Por su parte, Cuauhtémoc García Pineda, en su declaración, precisó que lo llamaron a las 6 de la mañana de parte de Ángel Bilbatúa, quien también trabajaba para Gobernación, para irse juntos a la Secretaría de Relaciones Exteriores, y ya como a eso de las 9 am, se encontraban con Servando González y otros asistentes.

Don F, afirma que desde el traslado se les advirtió que no era una simple manifestación, que se iba a “poner feo” y que incluso en la azotea un mando militar les advirtió que sólo sacaran el cuerpo lo necesario o les podía tocar una bala perdida. Don F recuerda que todo se tornó como un sueño cuando la balacera comenzó. Se veía gente extraña en algunas ventanas, en las azoteas, En algunos lugares sólo se veían rifles sobresalir por las cornisas. La gente huía, algunos jóvenes caían muertos y hacía tropezar a otros que estaban tras de ellos y una vez en el suelo corrían la misma suerte.

El equipo de filmación fueron sacados durante la madrugada y don F sintió ganas de vomitar cuando uno de ellos comentó que hubiesen cobrado más de los 20 mil pesos que les pagaron.

Todavía lamenta que el premio para esos filmadores mercenarios haya sido el apoyo para la producción de películas y que muchos de ellos presumieran galardones y gozando de las casas de postproducción y los contratos que ganaron para hacer documentales de la industria mexicana por ser “gente de confianza”.

“Después de lo que vio, no sé como Servando González pudo participar tiempo después filmado la campaña presidencial de Luis Echeverría”, comentó Don F, quien hasta la fecha se pregunta donde estarán los negativos y positivos de las seis horas de filmación que registraron aquel fatídico día.

“Es seguro que existe una copia por ahí, joven”, afirmó , aludiendo al código que en esos años prevalecía entre el gremio de los técnicos de revelado, quienes sacaban una copia fantasma de los materiales importantes y la archivaban bajo otro nombre. “Así fue como se salvó el poco material conocido del 68, guardado en una lata bajo el título falso de “Los reyes de Acapulco”… “Estoy seguro que esos misteriosos rollos perdidos siguen por ahí”, añadió Don F, hoy abuelo de varios nietos.